dimanche 13 juillet 2008

Los perfumes, los himnos órficos ...

Me acerco a mi hombro, y qué me encuentro?
Con que huelo a vos.
Tengo tu perfume en mis dedos, en las mangas de mis brazos, en las vueltas de mi pelo, en la textura de mi ropa,
demasiadas evidencias de un encuentro con tu cuello.
No te atrevas a dejar más vestigios de tu tacto en mi... y no te creas que es el simple acto de oler;
es verme invadida en cualquier otra actividad por esa esencia encadenada que me devuelve, de forma circular, nada más y nada menos que a una parte de mi cuerpo que me recuerda que estuviste ahí o que ésta estuvo en vos,
vos, tu pelo mojado y tus ojos sedientos de más escondites donde espacir estas marcas que avivan al recuerdo de tu travesía por mi cuerpo,
con suavidad, delicadeza, con la puntualidad de una lengua.


"Aquí olés a sardónica. Aquí a crisopracio. Aquí, esperá un poco, aquí es como perejil pero apenas, un pedacito perdido en una piel de gamuza. Aquí empezás a oler a vos misma. Qué raro, verdad, que una mujer no pueda olerse como la huele un hombre. Aquí exactamente. No te muevas, dejame. Olés a jalea real, a miel en un pote de tabaco, a algas aunque sea tópico decirlo. "

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