dimanche 6 avril 2008

Si hay algo que aprendí en este último tiempo, fue a respetar los domingos, tanto como a un buen vino y unos buenos acordes (obviemos a las personas, eso me lo enseñaron hasta a los gritos, Huevo). Me llevó tiempo, procesos y palabras y otros domingos, claro, y la verdad es que hoy estaría asustada si no hubiera sido así.
Una vez acuse a las invasiones de ser inservibles, y hasta nefastas, ahora me acuerdo, pero no es así la de hoy.
Tranquilidad la de sentir a la forma de caminar como a patinar.
A pesar de que mi menú no varía más allá de arroz o fideos, de que seguramente no llegue con todo lo que tengo que leer para el martes o minimamente el lunes, que en 72 hs no vi a nadie más que seres de mi familia, y que entre almohadones es que duermo ... hay estados que sobrepasan lo cotidiano, hasta a uno mismo y la verdad es que agradezco que así sea.
Sorprendemente sigue siendo domingo.
Durante estos días me acordé de ciertas personas, lugares y canciones, fue genial, bueno en realidad lo sigue siendo siempre y cuando (y ahora estaría apoyando a la teoria de Horacio de la ausencia-presencia) se quede en mí y no en el lugar de nostalgia -aunque ésta tambien pueda estar en mí- haciendo a la vez al recuerdo y al presente de ésa imagen y esa presencia, aun estando ausente.
(la capacidad de recobrar por lo menos un olor de ese momento que se recuerda, y que simplemente invada)
Domingo, y una sonrisa en palabras.

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